"Mirad que todavía siento la garganta quemada como si por ella hubiera rozado el vaho del infierno. Habituado a las exageraciones sensoriales de la reina, el rey se encogió de hombros y regresó a la espinosa tarea de descubrir un regalo capaz de satisfacer al Archiduque Maximiliano de Austria.
La reina bisbiseaba una oración, comenzaba ya otra, cuando de repente se interrumpió y casi gritó".
"Siempre acabamos llegando a donde nos esperan".
José Saramago.
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